Tus ojos, dos luceros que iluminan mi camino, dos joyas resplandecientes en el vasto cielo de tu rostro. Reflejan la profundidad de tu alma, y en su brillo, veo un universo de amor y bondad.
Tu mirada, tan intensa y llena de misterio, es un faro que me guía a través de la oscuridad. Es un espejo que refleja la belleza de tu espíritu, una ventana a tu corazón lleno de amor y compasión.
Cuando tus ojos se encuentran con los míos, el mundo se detiene por un instante. En ese momento, no hay nada más que tú y yo, dos almas perdidas en el maravilloso laberinto del amor.
Así que aquí estoy, rendido ante la belleza de tu mirada, anhelando el día en que nuestros ojos se encuentren de nuevo. Porque en tus ojos, he encontrado mi hogar, mi paz, mi amor… mi todo.
Este poema es un homenaje a la belleza y profundidad de una mirada femenina.
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