En la oscuridad de mi alma perdida,
se desvanecen los sueños y la esperanza,
un abismo profundo que me convida,
a sumergirme en la desesperanza.
Las lágrimas caen sin cesar,
como gotas de lluvia en un mar de dolor,
la tristeza me envuelve sin cesar,
y la desesperanza se apodera de mi interior.
Los días se vuelven grises y fríos,
la luz se desvanece en el horizonte,
la fe se desmorona, se rompen los hilos,
y mi corazón se hunde en el desmonte.
Pero en la oscuridad más profunda,
aún queda una pequeña chispa de luz,
una esperanza que nunca se inunda,
y que me impulsa a seguir, a no rendirme nunca más.
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