Su imagen presidía sus noches.
Era su inspiración.
El último requiebro que había pronunciado era para ella.
No sirvió de nada, un silencio atenazador envolvió aquel momento.
Solo quedo su fotografía en la mesa de noche testigo de lágrimas silentes.
Tu voz me abriga, como el canto de la luna en noche sin fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.