Su imagen presidía sus noches.
Era su inspiración.
El último requiebro que había pronunciado era para ella.
No sirvió de nada, un silencio atenazador envolvió aquel momento.
Solo quedo su fotografía en la mesa de noche testigo de lágrimas silentes.
En mi regazo estás. Hazme ronronear con tus lamidas. Calidez del hogar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.