El que un día conociste desapareció entre los eternamente ausentes.
Sus alas lo elevaron más allá de las nubes.
Desde arriba ve a los vivos como autómatas que no saben amar.
El que un día conociste desapareció entre los eternamente ausentes.
Sus alas lo elevaron más allá de las nubes.
Desde arriba ve a los vivos como autómatas que no saben amar.
Me encanta la fuerza de su mirada.
El mar de sus ojos me atrapa.
La isla de su cuerpo habita mis noches.
Los sueños llevan su nombre.
Nada más dulce que su esencia.
Es dulce perderse en ella.
Las noches se hicieron para amarla hasta el alba.
La distancia es enorme.
Inspira mis dulces y sentidas palabras.
Es un sueño con nombre de mujer.
Siempre ansío tener buena suerte.