Hoy sé que el amor duele siempre.
No importa la estación del año que sea.
Desde que te fuiste, tu recuerdo crece día a día.
Hoy podría mentir y decir que no te echo de menos.
Hoy sé que el amor duele siempre.
No importa la estación del año que sea.
Desde que te fuiste, tu recuerdo crece día a día.
Hoy podría mentir y decir que no te echo de menos.
El teléfono se frio.
Tus llamadas son muy pocas.
Atrás quedaron los tiempos de largas cartas donde me abrías tu corazón.
No queda nada de aquello que un día ilumino levemente mi corazón.
El amor de verano tiene fecha de caducidad.
Aunque tú sigas en el fondo de mi corazón.
El amor duele.
El amor es silencio.
El amor son dos manos que se buscan.
Miénteme y dime que no te irás de nuevo.
Navego entre silencios.
No espero nada.
Todo es oscuro a mi alrededor.
No te busco.
Colecciono silencios.
Son incontables los recuerdos.
Son demasiados los silencios.
No es fácil sonreír.
No espero un sí.
Todas las canciones de la radio le recordaban a ella.
El infinito azul del mar le recordaba a ella.
El cielo le hacía añorar sus ojos.
Se convirtió en su anhelo.
Se transformó en su dulce recuerdo.
Quedó sumergido en el mar de sus ojos.
Buscando dulces momentos producto de su imaginación.
Ella voló muy alto para no volver jamás.
Que más da cuantas lágrimas haya derramado.
No importa cuanto haya sufrido.
No se perdonaba no haber borrado los momentos dolorosos de su memoria.
Sus lágrimas llevaban el mar.
Con las rocas se estrellaban sus enojos.
Su corazón se marchitaba como un pez sin oxígeno.
El amor se le escapó de las manos como se escapan las gotas de lluvia.
Nunca recibió la carta de amor que tanto espero.
Sus días eran un montón de palabras caóticas alojadas en su corazón, palabras sin destino como un tren en vía muerta.
La palabra desamor estaba grabada a fuego en su interior.
La fortuna así lo había escrito sin que él lo supiera.
Cansado de ser gris. Casado de esperar. Cansado de todo.